El fantasma de las Asambleas Populares aterroriza al régimen


Por Damián Vekelo, FAR

La serie de movilizaciones populares a raíz de la muerte - asesinato laboral - de dos trabajadores de la educación, asumieron objetivamente un carácter masivo y radicalizado a pesar de la política de la burocracia sindical, que no buscaba semejante auge de participación popular “Suteba no planificó pueblada alguna. En ese sentido podría decirse que el movimiento fue organizado y a la vez de crecimiento natural”.   

Estas convocatorias sumaron a padres de los alumnos y, “en un hecho inédito, los directores y directoras, un nivel clave de la enseñanza que está a tiro de sumario de la administración provincial, se auto convocaron. No formaron un gremio propio. Lo hicieron de hecho. Y lo mantuvieron”. Lo que sucedió en Moreno es lo que la clase dominante tanto teme desde la Comuna de parís en adelante: que los trabajadores y el pueblo se reúnan y decidan colectiva y democráticamente, que se organicen de forma independiente y opuesta a todas las instituciones de la burguesía. ¡Eso es lo que empezó a suceder luego de la explosión en la escuela y eso es lo que las bandas parapoliciales buscaron detener!

En Moreno no se bloqueó ninguna industria estratégica, no se provocaron pérdidas millonarias a una u otra fracción del capital, ni se interrumpió la circulación de mercancías. El alerta por parte del régimen, que levantó la guardia, está en que lo sucedido puso en evidencia la fragilidad de las  seniles instituciones del capitalismo. Lo que pasó en Moreno demostró, en los hechos y de manera ejemplificadora, que el futuro de la clase trabajadora viene por el lado de las asambleas populares, que desde Moreno enviaron un mensaje hacia el conjunto de la clase obrera y el pueblo, a pesar de que los/as que protagonizan esa pueblada aún no son conscientes de la dimensión histórica y política que puede adquirir su lucha. ¡La burguesía si que ha tomado nota de semejante perspectiva!

Cuando los obreros de París tomaron el cielo por asalto, la reacción capitalista fue terrible, provocando miles de muertos, torturados, encarcelados y desterrados, ya que los de arriba  intentaron destruir el ejemplo que los comuneros proyectaban hacia el resto de los trabajadores de Francia y de todo el mundo: la posibilidad de tomar las riendas de su destino y organizar la sociedad de otra forma, construyendo el Socialismo, que no es otra cosa que la clase obrera gobernando a través de nuevas instituciones democráticas. 

La Comuna fue derrotada, pero quedó en la memoria de los obreros de todo el mundo y su espectro, resurgió una y otra vez, como en la Rusia de 1917 y en otras insurrecciones aplastadas por la represión, como los consejos húngaros de 1956. Hoy en medio de una profunda crisis económica y un desgaste fenomenal del régimen político, existen condiciones inmejorables para que estas formas de auto organización obrera y popular se propaguen y alcance una proyección y desarrollo nacional, sentando las bases para luchar de manera efectiva por un gobierno de los trabajadores.

Los límites de la pueblada  

Cuando en un país y como hoy en gran parte del mundo, surgen condiciones como estas y se presenta objetivamente una situación revolucionaria, el desarrollo de esa situación en sentido progresivo no depende ya, o no solo, del devenir de la economía o de la crisis política, sino de lo que denominamos el elemento subjetivo o dirección revolucionaria que se ubique a la altura de impulsar las acciones correspondientes y levantar un programa de superación de la sociedad actual, en plena putrefacción.  Quienes militamos consecuentemente en el camino de la lucha por el socialismo, debemos ponernos a la altura de las circunstancias y en primer lugar, a disposición de promover y aportar en la organización de estas luchas y los organismos que surjan en el transcurso. 

La izquierda revolucionaria puede jugar un papel importante en ese camino, si asume la urgente necesidad de unificar los espacios donde tiene peso e impulsar una asamblea nacional de trabajadores en la que comencemos a discutir el problema del poder, un congreso obrero desde el cual se impulse la construcción y coordinación de las asambleas populares.  Aunque se han dado pasos en ese sentido, como el encuentro del sindicalismo combativo, tuvieron límites importantes, como el de seguir impulsando una línea cuyo único eje es la “exigencia” a la burocracia sindical,  sin promover un plan de lucha independiente para echar a Macri y ampliar el debate y la discusión democrática. Desde el FAS nos proponemos impulsar esta dinámica.

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