Corrupción, negociados y saqueo: Por una comisión investigadora independiente que meter presos a todos los ladrones kirchneristas, macristas y de otros colores
Por Damián Vekelo
En
este segundo acto de la “Comedia de la República”, el senado terminó aprobando
el allanamiento de la casa de Cristina
Fernández, cuatro semanas después de que el juez anunciara su intención
de investigar las propiedades de la ex presidente; eso es - a vista de todo el
mundo - un tiempo más que prudencial para sacar de los domicilios, que son
varios, cualquier elemento que pudiera inculparla aún más de lo que ya está. ¡Este
es el segundo acto de la comedia trágica que representan las instituciones del
régimen! En medio de una crisis política y económica de dimensiones nunca
vistas, con excepción de la que aconteció en diciembre del 2001, los denunciadores
y “arrepentidos” continúan recorriendo los pasillos de tribunales y no parece
que vaya a quedar indemne ningún representante de la burguesía.
En
esta procesión no solo caen quienes manejaban y manejan las riendas del estado,
sino que además quedaron expuestos los mismos empresarios, los capitalistas en
persona. El ejemplo más claro de esto es la confesión del principal accionista
de Techint: La principal cara de
Techint, Paolo Rocca,
reconoció ante sus pares de la Asociación Empresaria Argentina (AEA) que pagaron coimas para lograr la intermediación
del gobierno argentino ante Venezuela, cuyo presidente Hugo Chávez había
nacionalizado Sidor, una compañía del holding empresario[1].
El
marasmo político que atraviesa el capitalismo en Argentina se enmarca en la
crisis global, que aún no encuentra salida y se agudiza con la llamada guerra
comercial, que no es más que otra forma de disputa de los mercados por parte de
los capitales más concentrados. Como
ya reconoció el propio ministro de economía, este escándalo dificultará la
salida de la recesión, ya que uno de los caballitos de batalla del gobierno es
que para atraer capitales, es decir grupos que inviertan en el país, hay que
garantizarles “seguridad jurídica” y normas claras, cuando lo que está
sucediendo es todo lo contrario, porque el estado argentino se muestra como lo
que es (y lo que son todos los estados burgueses): ¡Una verdadera y nauseabunda
cueva de ladrones!
No
es que semejante “descubrimiento” asuste, de por sí, a los dueños del mundo,
que están acostumbrados a realizar sus negocios en cloacas aún más inmundas. El
problema es que todo esto haya explotado como una gran noticia que empuja a la
“opinión pública” a tomar partido, reclamando “manos limpias”, algo que los
capitalistas nunca estarán en condiciones de garantizar debido al carácter -
corrupto - del sistema que defienden. La debacle económica y la incapacidad, o
la imposibilidad objetiva, del gobierno para llevar adelante el ajuste y
cumplir el pacto con el FMI, agravan todo este panorama, que camina derecho
hacia nuevas explosiones de furia obrera y popular.
Lo
acontecido cuestiona en los hechos ese gran pacto que unifica a todos los
políticos patronales, sean del gobierno o pertenezcan a la oposición, que no es
otro que el de “no hacer demasiadas olas” de manera de llegar indemnes al 2019,
para que las diferencias se canalicen en las elecciones y estas, a su vez,
actúen como un bálsamo que contenga y desvíe la bronca de los/as de abajo.
Este
objetivo - cuadernos mediante - parece estar cada día más lejos, ya que no
existe un solo político patronal que mida lo suficiente como para transformarse
en garante más o menos eficaz de la gobernabilidad capitalista, que significa y
significará implementar con cierto éxito el plan ordenado por el FMI. Es
que el escándalo de los negociados y las coimas toca tanto al peronismo como a
Cambiemos, incluso a la “niña mimada” del oficialismo, la gobernadora de la
provincia de Buenos Aires, que está siendo acorralada por las denuncias sobre
financiamiento ilegal de las campañas, el odio producido por la muerte de dos
trabajadores de la educación y la combativa movilización que rodea la defensa
del Astillero Río Santiago, que desató una batalla que va en el mismísimo
sentido de los combates del 18 de diciembre en el Congreso: ¡Una perspectiva,
que de profundizarse, aterroriza a los capitalistas!
Un
fantasma recorre el mundo…
En
una editorial del diario La Nación del 22 de agosto, el periodista y
propagandista Joaquín Morales Solá decía que: “nunca son buenos para un sistema republicano, en el que el pueblo
gobierna a través de sus representantes,
los actos de democracia directa. Pero la culpa no es de los manifestantes,
que solo expresaron el hartazgo de importantes sectores sociales ante la
flagrante impunidad, sino de una corporación política aislada de la sociedad,
encerrada en el parloteo ideológico, ajena a la certeza colectiva de que
estamos ante el mayor saqueo de recursos del Estado de que se tenga memoria”.
Estas
palabras describen la situación actual con brutal agudeza, el régimen atraviesa
una crisis exorbitante y a la par las masas comienzan a romper las estructuras
burocráticas que hasta ahora contenían y encauzaban las luchas. La primera
señal de esto fue el “asalto” al palco de la CGT con aquella memorable
consigna, “pone la fecha.” En
este contexto de debilidad de los de arriba y creciente y cada vez más
radicalizada movilización de la clase obrera y el pueblo, las organizaciones de
la izquierda revolucionaria debemos ayudar a darle el tiro de gracia a las
instituciones del capital. Hoy las condiciones son más que óptimas para
desnudar a este régimen de privilegiados que gobiernan para una clase social,
reclamando con audacia que se les terminen los fueros y privilegios y que vayan
presos, desde Cristina hasta Macri. Para eso no es posible depositar ningún
tipo de expectativas en las instituciones de la burguesía, que fueron y son
cómplices del saqueo.
Hay
que plantear e imponer mediante la movilización - entre otras propuestas - una
Comisión Investigadora Independiente del Estado que meta mano a fondo y haga
públicos todos los chanchullos de los capitalistas y sus partidos. Obviamente,
que esa comisión debe estar integrada por los verdaderos damnificados, que no
son otros que los trabajadores y el pueblo pobre, que sufren la falta de empleo,
el aumento de las tarifas y la flexibilización laboral. Junto
con esto, la izquierda combativa debería impulsar la construcción de organismos
deliberativos y ejecutivos en cada uno de los barrios, escuelas y empresas, para
que el pueblo discuta y resuelva la manera de enfrentar el ajuste y el saqueo
de los de arriba, una manera práctica de preparare para gobernar. Un paso
concreto en ese sentido sería darle continuidad al Encuentro Nacional de
Trabajadores – que tuvo lugar en Lanús – para que ese ámbito se convierta en un
Congreso Obrero y Popular que se juegue a centralizar las luchas de
resistencia, ya que la burocracia – por más que se le exija – no lo hará,
debido al papel que cumple como sostén de la gobernabilidad y del ajuste.
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