Capitalismo y crimen son sinónimos


Por Damián Vekelo, del FAR 

Poco hace falta agregar para entender la responsabilidad del Estado y, particularmente del gobierno actual, en el asesinato laboral de dos compañeros de la educación, situación que no tiene nada de “fortuita”, ya que decenas y decenas mueren anualmente producto de las pésimas condiciones en que trabajan, tanto en el estado como en las empresas privadas.  Esto sucede y continuará sucediendo, debido al incremento de la intensidad en los ritmos de la producción, condiciones insalubres, fuga de gases, falta de ropa e implementos de seguridad adecuados, etc. ¡David Ramallo, mecánico de la Línea 60 de Capital Federal; Richard Alcaráz, obrero de la construcción y Diego Soraire, operario del INTA Castelar, son algunos de los nombres más conocidos entre los 400 casos por año registrados!  

Esta situación rasga el velo de las culpas individuales, de la avaricia de tal o cual empresario o de algún político, poniendo en evidencia que el sistema funciona así, porque para el capitalismo los trabajadores no somos otra cosa que piezas descartables, utilizadas para mantener e incrementar sus sacrosantas ganacias. 

¿Quién tira la primera piedra? 

Otro aspecto criminal que salió a la luz durante estos días ha sido el escándalo de los “cuadernos de la corrupción”, donde estarían registradas denuncias que no solo afectan a los jefes del gobierno anterior, sino que entrelazan en un trama delictiva a empresarios vinculados a Macri, como su propio primo, de apellido Calcaterra. La detención de un ex directivo de Techint, vinculado con el pago de coimas por la adjudicación de obra pública entre los años 2004 y 2015, hizo público que ese dinero fue destinado al financiamiento de campañas electorales. El macrismo, que todavía no sale del escándalo por el financiamiento “en negro” de las últimas elecciones, vuelve a embarrarse en el mismo lodo que sus opositores “preferidos”, los kirchneristas.  

Este sainete tampoco es nuevo, porque la utilización de coimas para obtener contratos con el Estado, exenciones impositivas o beneficios varios, forma parte de la historia de todos los gobiernos capitalistas, desde Rivadavia. Sucede que la burguesía establece leyes, que a decir de José Hernández son como el cuchillo: “no cortan al que lo maneja” y en la sociedad en la que vivimos el gran capital es quien maneja la ley. Lo central en estos casos, tanto en el entramado de corrupción que une al peronismo con el macrismo, como en el asesinato de los trabajadores de la escuela de Moreno, es el agravamiento de la crisis política, que también atraviesa a todo el arco de los partidos patronales, justo en medio de la presentación del armado de Cristina Fernández con Moyano y el intento del PRO por cuidar la imagen de Vidal para el 2019.

El partido que llegó al gobierno con un discurso republicano, presentándose como el paladín de la lucha contra la corrupción, hace agua hundido en las profundidades de su propio discurso y de una economía que va para atrás: la deuda comienza a ser un problema serio: para fin de año, casi la totalidad de las consultoras estiman que, siguiendo la metodología del Ministerio de Hacienda, el ratio deuda-PIB será mayor a 75%, por encima del 70% que el FMI considera de alto riesgo para países emergentes[1] y la industria cayó un 8,1% en Junio, lo que constituye la mayor caída de los últimos dos años.  

En el polo contrario de esta situación se ubicó la contundente respuesta de los trabajadores inmediatamente después de que se conociera la noticia de las muertes tras la explosión. La exigencia de paro fue tan contundente, que obligó a la burocracia de SUTEBA a acatar el reclamo, aunque no fue esta medida lo más significativo, sino la inmensa y combativa movilización de docentes - en Moreno y decenas de distritos - acompañados por sus comunidades educativas, denunciando la responsabilidad política del asesinato laboral.  Como reza un dicho popular - “para muestra basta un botón” - la movilización mostró una vez más la característica esencial de la situación política actual, que es como una pradera seca que se prende fuego frente a la más insignificante chispa. ¡Una realidad objetiva que amenaza con transformarse en un enorme incendio que acabe con la gobernabilidad capitalista!  

Esta es una verdadera grieta a través de la que se puede ver, que detrás de cada crimen está un sistema, una forma de organizar la sociedad podrida de pies a cabeza, putrefacción de la que solo nos podremos librar destruyendo al capitalismo y construyendo una sociedad sin explotadores ni explotados. Para avanzar en ese sentido, obviamente, será necesario echar a Macri y sus socios, los gobernadores y demás funcionarios de este estado decadente, a través de un nuevo y potente Argentinazo construido desde las bases y asentado en Asambleas Obreras y Populares.


[1] El Economista 06/08/18

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