El discurso de Macri evidenció un gobierno sin rumbo y en franca retirada
Por Damián Vekelo, FAR
Las disparadas del dólar ya son un clásico del ciclo actual.
Ante el ajuste que el gobierno no puede hacer por la resistencia de nuestro
pueblo el capital financiero presiona, ajustando de este modo en los hechos.
Pero esto engendra un espiral ascendente al profundizar la crisis política del
gobierno y la del propio régimen: “el mercado a esta altura, exige cambios en
el gabinete, ya nadie tiene confianza, ni siquiera el FMI.”
La cadena nacional de ayer fue una de las grandes muestras
de desconcierto y debilidad del gobierno. En medio de la debacle económica
también se vieron chispazos en la alianza Cambiemos. Entre los “cambios” y
reducciones de ministerios, el radical Sanz rechazó la jefatura de defensa, una
de las carteras que vienen sufriendo recortes. Una evidencia más de que nadie
quiere hacerse cargo de las riendas del Estado en la situación de hoy.
El discurso de Macri fue una perorata de generalidades con
el clásico tono de autoayuda ideado por Durán Barba, en el que estuvieron
ausentes las cuestiones concretas. Pero el aspecto central en la alocución - es
que realmente fue una charla de autoayuda - Macri se habló a sí mismo e intentó
dar señales al capital más concentrado (el mercado) pero sin generar confianza.
Es decir, uno de los grandes problemas del gobierno, es que ya no representa a
quien debería representar (como todos los gobiernos), al gran capital. El otro
supuesto interlocutor, la mayoría de la sociedad, ya no aparece - ni en el
discurso - mientras que el rechazo a la actual administración y a todas en
general, crece a pasos agigantados.
El viaje a EE.UU. del ministro Dujovne para reunirse con las
autoridades del FMI, tiene el objetivo de generar “tranquilidad” sobre el rumbo
económico, luego de haber aceptado una de las medidas sugeridas por ese
organismo: las retenciones. Esto puso en evidencia la absoluta falta de rumbo
del gobierno en materia económica y la debilidad de las instituciones, que
necesitan cambiar fusibles ante cada pico de la crisis, siendo estos picos cada
vez más constantes e intensos.
Como venimos señalado, hay una crisis de la
institucionalidad que ya no es producto de un ciclo, sino que es más bien un
signo de época. Es un agotamiento histórico y político del régimen burgués, que
tuvo su emergente más explícito en el 2001, pero que no se recuperó desde
entonces y transita por una aletargada agonía.
La posibilidad de
superar definitivamente la institucionalidad actual está determinada por un lado por la capacidad del capitalismo para
recuperarse y crear nuevas formas de dominación, aunque cada vez con menos
margen, ya que el bonapartismo militar está igualmente agotado, y en la
actualidad no muestra ninguna opción. Por
otro lado, la persistencia de la institucionalidad burguesa está determinada
por la capacidad de la clase obrera de gestar instituciones nuevas, que aunque
todavía estén apareciendo están de forma limitada o embrionaria, su desarrollo
constituye una tendencia fundamental de la actual situación.
Esta tendencia se puede desarrollar al calor de la crisis,
para la que el capitalismo y su actual administración no tienen salida. La
única que dentro del sistema es posible, implica aplastar al movimiento obrero
como nunca se ha hecho, sin embargo, la
clase obrera de Argentina tiene una tradición de resistencia y combatividad
que, a pesar de todas las formas de dominación, la burguesía nunca pudo
doblegar a su antojo.
La salida….
Por parte de nuestra clase, la salida es, como señalamos
hace tiempo, echar al gobierno y todos sus secuaces patronales. En ese sentido,
quienes constituimos la izquierda clasista y revolucionaria, debemos empujar a
que las próximas medidas de lucha, el paro de estatales del próximo 12 - a cuya
vanguardia están los trabajadores de Astilleros - y la huelga anunciada por la
CGT, convirtiendo a estas medidas en jornadas activas y primeros pasos de un
nuevo Argentinazo. En este marco habrá que incentivar la construcción de las
herramientas que necesita la clase obrera y el pueblo para deliberar y prepararse
para gobernar: y prepararse para gobernar: las Asambleas Populares, Cabildos
Abiertos u otros órganos de “Doble Poder.”
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