La excepcional crisis del régimen


Declaración del Frente Anticapitalista por el Socialismo, FAS 

El contexto de crisis económica es reconocido por todos los partidos, analistas y publicistas de las patronales. Sin embargo, esta coyuntura en la que parecen haberse alineado todos los planetas para engendrar una catástrofe - crisis internacional, guerra comercial, estancamiento, etc. - constituye una bomba de tiempo construida con ingredientes de altísima explosividad, como el nivel de endeudamiento: “El peso de los intereses de la deuda pública sobre el Presupuesto se duplicó en lo que va de la administración de Mauricio Macri, al pasar del 8 al 16 por ciento del total en dos años y medio” (Ámbito Financiero; 30/07/18). 

La otra cara de esta moneda es el terremoto que tiene lugar en el plano de la política, con una profundidad y alcance inusitados. Nadie en su sano juicio avizora que Cambiemos vaya a realizar una buena elección el año próximo. ¡El gobierno está sufriendo un desgaste solo comparable con el que tuvo De la Rúa durante 2001! Incluso quien hasta hace poco fuera una de las cartas principales del PRO para 2019, la gobernadora María Eugenia Vidal, está asediada - entre otras cuestiones - por el escándalo del financiamiento de la última campaña electoral, el conflicto con los docentes y la bronca de los productores rurales. 

El resto de la oposición patronal no está quedando mejor parada, por ejemplo el peronismo - en todas sus variantes - que no logra unificarse detrás de un candidato ni de una campaña política más o menos creíble y eficaz. Aunque todos esperen que Macri pague el costo político por tener que aplicar la parte más dura del ajuste, también saben que no hay garantía de que el gobierno tenga éxito, ya que para lograr semejante objetivo tendrá que derrotar a una clase trabajadora que no está dispuesta a sufrir las mismas consecuencias que a finales de los 90. 

La profundidad de la crisis que abarca al régimen - es decir la forma en que la burguesía ejerce el poder - quedó demostrada con la cuasi rebelión del ejército y, luego de esta, las consecuencias de la decisión gubernamental, por decreto, de incluir a las FF.AA. en tareas de “seguridad interior”, que además de poner en sintonía a los militares con las tareas represivas, constituye otro paso más en el sentido del desmantelamiento y poda del presupuesto de un aparato parasitario que no cumple ni puede cumplir ninguna función en la defensa nacional. 

Partiendo de la base de que nosotros, como la mayoría de las fuerzas de izquierda, nos pronunciamos en contra de esta o cualquier medida que implique acrecentar la represión contra la clase obrera y el pueblo, también nos damos cuenta de que uno de los objetivos de esta política es cumplir con el mandato del FMI, eliminando partidas presupuestarias que son consideradas “superfluas” para los monopolios, liberando a las tropas de gendarmería para aumentar la capacidad operativa de este cuerpo en la represión social.

Aunque forma parte de su currícula, tradición y objetivos estratégicos, una parte de los cuadros del ejército - que hoy tampoco tiene en su cabeza el objetivo de planear un golpe de estado - se siente incómoda frente a su probable participación en acciones de represión de carácter interno, ya que viene de sufrir durísimos golpes contra su moral y espíritu de cuerpo, producidos por las movilizaciones que impusieron el juicio y castigo, que aunque limitado ha sido y continúa siendo ejemplar. Esto, lejos de transformar a los milicos en una fuerza “progresiva”, les introduce un elemento de crisis, emparentado directamente con la crisis del conjunto del régimen, del cual constituyen una de sus columnas.

En ese contexto, luego de quejarse por los bajos salarios (en relación a los comisarios de la policía metropolitana) y de ver como el gobierno dejó morir a parte de la elite submarinista de la armada - debido a una combinación mortal entre inoperancia y vaciamiento - los uniformados no se arriesgaron a ser juzgados por cuestionarles los negocios a la clase capitalista, sino que se guardaron la bronca, que lejos de cohesionarlos les mete un debate que perjudica o al menos hace más lenta la concreción de la tarea que reclama el FMI, que no es otra que la de construir una especie de “Guardia Nacional” que coordine con gendarmes, prefectos y policías para reprimir al pueblo en lucha.  

Y la lucha de clases….  

El persistente desgaste institucional, que tuvo su pico en el 2001, no se puede medir solo por los niveles de abstención o participación de las masas en los procesos electorales, sino que debe ser apreciado con una perspectiva que abarque su totalidad. Este proceso sucede con los partidos políticos patronales, que años atrás fueron partidos de masas, llenos de militantes y simpatizantes, y terminaron convirtiéndose en simples aparatos electorales dependientes del clientelismo político. 

El otro elemento que se desarrolla en forma germinal, desigual, pero expresándose como tendencia en avance, es la ruptura de amplios sectores de las bases obreras con los organismos burocráticos que históricamente encausaron las luchas, particularmente en momentos en que la situación objetiva impulsa cambios sustanciales en la subjetividad de las masas. Hoy atravesamos una situación objetiva fértil para el desarrollo de organismos democráticos de carácter asambleario en los que los trabajadores deliberen, resuelvan todo tipo de acciones y se preparen para convertirlos en instituciones de su gobierno, luego de acabar con la institucionalidad burguesa. 

Si bien este proceso se expresa todavía de manera fragmentada, es lo suficientemente fuerte como para imponerle movilizaciones y paros a la burocracia sindical, que sabe lo que está en juego. Una de las expresiones de esa tendencia anti burocrática ha sido la decisión del SUTEBA y de Baradel de concretar el No Inicio de las clases en la provincia de Buenos Aires, debido a la presión de las seccionales y agrupaciones combativas que decidieron mantener el paro si la burocracia lo levantaba. El Encuentro del Sindicalismo Combativo (con todos los límites que conocemos) es una manifestación mucho más avanzada, ya que potencialmente puede convertirse en la vanguardia de este proceso. 

Por esa razón, desde las fuerzas que integramos el FAS impulsamos cada uno de estos fenómenos, apostando a que se multipliquen las herramientas democráticas de base u organismos por fuera de los “cuerpos orgánicos”. Así actuamos frente al proceso de Docentes y Estudiantes Autoconvocados  de las escuelas técnicas de la Provincia de Buenos Aires, que vienen de protagonizar una movilización de más de 2000 personas a la ciudad de La Plata, liderada por la Coordinadora que agrupa a estos sectores. 

Junto con el conflicto docente, la otra lucha que abrió una fuerte crisis política dentro de las filas del gobierno y polarizó al conjunto de la sociedad, dentro y fuera de los recintos institucionales, es la gran movilización nacional - encabezada por las mujeres - a favor de la legalización del aborto, que tendrá un nuevo round el próximo 8 de agosto, cuando miles rodeen el Congreso Nacional. Estas luchas y las que se avecinan acrecentarán el desgaste del gobierno y todo el régimen, dando lugar a una situación en la cual los de “arriba” cada vez menos podrán mantener su dominio sobre los de “abajo”, que cada vez más los cuestionarán. Esto facilitará la radicalización de importantes batallones de la clase trabajadora, que necesitarán de una dirección obrera y socialista capaz de conducirles hacia la victoria.

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